
Consideraba Álvaro Santander Bastidas y su equipo de trabajo lograr el rescate de las bandas municipales que se encontraban en vía de extinción, promover la organización de nuevas bandas y en consecuencia despertar el espíritu artístico que ha caracterizado el nariñense, especialmente en la niñez y juventud de ambos sexos, obligando a las autoridades municipales para que financien y se lancen al rescate y descubrimiento de nuevos valores musicales que por ancestro y en la sangre llevan nuestras gentes.Pero lo de resaltar fue la intensa labor que, en el curso de 52 días, los organizadores tuvieron que cumplir para poder recaudar los dineros suficientes para atender todos los aspectos del evento: visita a los diferentes municipios para conseguir la asistencia al certamen, consecución de hospedajes y alimentación que satisfaga el gusto de los visitantes; la adecuación del escenario de presentación y no menos angustiosa la consecución de los dineros necesarios para la premiación en efectivo y los trofeos para los triunfadores.Por la carencia de presupuesto oficial tuvieron que recurrir a la recolección de dinero, solicitando la colaboración puerta a puerta, entre toda la ciudadanía en improvisadas cajas de cartón. En otra actividad se recurrió a la idea de sacar la imagen de San Martín de Pórres y con ella recorrer la plaza de mercado por ser este el santo de la devoción del pueblo samanieguense. Pero la acción de salir con el santo se vio temporalmente truncada por cuanto el sacristán de la parroquia, en una actitud reprochable, se opuso al préstamo de la imagen tradicional conllevando a que el alcalde hiciera sentir su autoridad al ordenar que la imagen fuera decomisada y depositada en el cuartel de la policía, por el término de un día, actitud que fue tomada no como irrespeto religioso sino como un acto de voluntad del pueblo que gobernaba, aunque dicha medida provocó la reacción de parte de sus devotos que solicitaban el rescate de la venerada imagen. La retención se cumplió en todo su contenido y ya en horas de la noche el alcalde permitió que la imagen del santo se liberara y pasara la noche en la casa de habitación de la familia Eraso Santander, donde fue velada. Es necesario aclarar que la acción de recaudar los dineros se continuo portando una imagen más pequeña del mismo santo con excelentes resultados. Este hecho constituye un episodio anecdótico de la historia de Samaniego.